Un conocido que vende automatismos me contó que en una época tener un control remoto era gratificante, el mando a distancia povocaba una sensación de poder; pero que ahora cuando un aparato trae un control remoto la gente pone caras como diciendo «otro control más». Tengo amigos que en los brazos de su sofá tienen ‘porta control remoto‘ para poder llevar algo de órden.
Siento que con las comunicaciones ha sucedido un proceso semejante, al punto que hoy día resulta difícil estar incomunicado.
Siguiendo la misma evolución del control remoto, hablando de comunicaciones, hace mucho tiempo tener un contestador auotmático o secretaria electrónica en el teléfono era importante y poco después lo fue disponer de direcciones de correo electrónico, luego tener mensajería instantánea (AOL, Yahoo, ICQ, MSN), seguidamente alguna sistema de teleconferencia (Skype), para seguir con redes sociales (Facebook, Linkedin). Llegaron los móviles y a ellos la ‘inteligencia’ y pusieron todo esto en el bolsillo para que la comunicación te siga a donde vayas. Pero se agregaron más cosas: ahora hay mensajes cortos privados o en grupo (Wathsapp, Telegram, BBM, Line) o públicos (Twitter), llamadas por internet (Line, Skype), redes sociales de fotos (Instagram) o video (Vine), compartir el lugar donde uno está (Foursquare), ver en el mapa amigos cercanos (Glimpse, Waze) y cada día se abren nuevas posibilidades en que la gente puede mandar decir cosas.
Pero ¿por qué incomunicarse?
Por un lado están las «bandejas de entrada», fenómeno donde todos estos medios y aplicaciones mencionados son se constituyen en una forma que la gente tiene para enviarte un mensaje y asume que tu lo recibes y atenderás debidamente.
Así, a pesar de tener mi blog y mi correo electrónico, algunas personas me escriben por Facebook lo que me obliga a logearme para hacerles llegar una respuesta. O peor, te preguntan si no eres usuario en alguna red de mensajeria, que justo es la que yo no tengo.
Por otro lado están los «usos idiotas» (perdón pero es la forma que se me ocurre para identificarlos) donde la aplicación se empieza a usar para temas nada vinculados con la producción, organización, cultura…. en fin, usos idiotas. Un fenómeno que sufrió MSN en su momento, luego se estableció en Facebook y hoy identifico en Wathsapp.
Por ejemplo, en Wathsapp se crean listas con cualquier motivo que luego terminan siendo usadas para cualquier otro, mientras tanto tu móvil pita y vibra a cualquier hora e innumerable cantidad de veces.
Como agravante, muchos de estos medios de comunicación son de ida y vuelta: como recibes datos, también envias y caemos en situaciones de avisar que nos pueden robar pues estamos fuera de casa.
Entonces, si uno quiere tener un poco de tranquilidad y organización (principalmente yo que me considero desorganizado) necesita limitar las bandejas de entrada y evitar que el móvil vibre a cualquier hora; pero cuando se quiere hacer eso se cae en una espiral a la cual es dificil oponer resistencia.
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También te podés enterar de la muerte de tu pareja cuando alguien te envia las condolencias por Twitter. Tristísimo.
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